Japón es un país de contrastes donde se mezcla la tradición con la tecnología punta. Así pues de un lado tenemos a sus templos y castillos y por el otro sus impresionantes rascacielos, tenemos a sus geishas (prostitutas de lujo o damas de compañía educadas para ello) y a sus “dolly girls”, se respira respeto, educación, orden pero a la vez el ruido de los locales de máquinas de juego, las tiendas de electrónica y el tráfico. Un país increíble que hay que ver y vivir.
Antes de empezar la ruta una recomendación, fuera de Japón, has de comprar el Japan Rail Pass (JR Pass). Es un ticket de tren tipo el Inter-rail europeo para Japón. Te permite coger el tren bala, las líneas de tren JR de Tokyo y algún bus y ferry durante 1, 2 o 3 semanas (tú decides).
De Tokyo hablaremos en la próxima entrada así que vamos a contaros que hemos hecho por aquí. Posiblemente una de las imágenes más recurrentes de Japón sea el Monte Fuji pero en esta época del año, verano, no tiene nieve y se hace difícil de fotografiar por las nubes que lo rodean debido a la evaporación del agua de los lagos cercanos, así pues, aunque lo vimos desde Hakone no tenemos esa foto emblemática. Nuestro primer destino fue Hakone, una zona de lagos y montañas a 2,5horas de Tokyo. Además de las vistas del Fuji desde el lago hay una recomendable excursión de un día consistente en cruzar el lago en barco pirata, coger un teleférico a las montañas y bajar en tren. Al bajar no dudes en pararte en el Museo al aire libre, a nosotros nos sorprendió muy gratamente (ver foto) además de coincidir que tienen una exposición de Picasso este año.
Por la noche, para relajarte, te recomendamos irte a un Onzen, unos baños termales, característicos de esta zona donde disfrutarás de las distintas temperaturas de sus bañeras. Eso sí, no son mixtos (lógico porque vas desnudo), así que vivirás la experiencia solito.
Siguiendo ruta, nos fuimos en tren bala (Shinkansen) a Hiroshima. Decir del tren bala que es comodísimo y que en Japón supongo que las Low Cost aéreas no tienen nada que hacer.
En Hiroshima lógicamente la visita obligada es el Parque Memoria de la Paz donde se encuentra el museo dedicado a la bomba atómica (duro pero muy interesante), distintas estatuas y monumentos conmemorativos repartidos por el parque y a la otra orilla del río un edificio destruido por la bomba que han preservado para recordar la trágica historia de ese 6 de agosto de 1945 a las 8.15h de la mañana.
Otra imagen representativa de Japón es el Tori, un arco tradicional japonés que se encuentra a la entrada de los santuarios marcando la frontera entre lo profano y lo sagrado. El más emblemático es el de Miyajima, una isla a media hora de Hiroshima, y ahí nos dirigimos nosotros. Posiblemente sea el sitio que más nos ha gustado de Japón (sin contar Tokyo), el Tori es espectacular y tienes distintas imágenes de él dependiendo de la luz y de la marea pues según la hora o puedes llegar a sus pies o está sumergido en el agua.
Miyajima es una isla con su río, su montaña y su impresionante templo que no debes perderte, se llega en ferry después de coger el tranvía en la ciudad y te encuentras en un pueblecito, con calles estrechas llenas de tiendas y restaurantes, hoteles espectaculares (muy caros) y ciervos por todas partes (a mi uno se me comió el mapa…).
Osaka no nos impresionó mucho, tiene un castillo para visitar con trajes de samuráis y mucha historia pero está muy nuevo, no dejan hacer fotos y casi toda la información está en japonés. De todos modos Osaka cambia totalmente de noche y nos encantó, uno de los rascacielos a los que se puede subir, en la zona de Umeda, tiene lo que ellos llaman un “floating garden”, un jardín flotante que no es más que el diseño circular de la parte superior del edificio desde donde tienes las vistas espectaculares.
Entre Osaka y Kyoto tienen 147 restaurantes con estrella Michelin, con lo cual, a unos flipados de la comida como nosotros, nos valió la pena la visita. En Osaka estuvimos en uno y en Kyoto en dos. Aquí en Japón los precios al mediodía son mucho más baratos que por la noche (un 30% menos aprox.) así que nos fuimos a comer. Para que os hagáis una idea el menú degustación costaba 40 euros (4200 yenes).
Hablando de restaurantes, un tipo de restaurante que nos ha encantado y los hay en todas las ciudades, son unos pequeños locales donde sólo tienen una gran plancha y la barra para los clientes (normalmente no caben más de 10 personas!!!). Es una lástima que aquí en Japón no hablen más inglés porque en estos sitios siempre se entablan conversaciones divertidas con el chef.
Antes de ir a Kyoto pasamos por Nara, una pequeña ciudad con un gran parque, el parque de los ciervos lleno de ciervos, claro está. En este parque puedes visitar distintos templos, pagodas, el museo nacional… y para llegar a él desde la estación de tren es un agradable recorrido por su calle principal llena de tiendas, bares y restaurantes (unos 20 minutos andando). Nara está a media hora de Osaka y a 45 minutos de Kyoto así que la excursión es fácil.
En Kyoto no sabemos cuántos templos hay pero son un montón, así que, o te pasas aquí un mes o hay que escoger. Nosotros visitamos cinco parando para comer en un dos estrellas Michelin. Por si venís por aquí os decimos los escogidos porque creemos que eran distintos el uno del otro y fue una buena elección: el templo Sanjusangendo (1001 estatuas de Kannon), el templo Kinkasu (de hojas de oro), el castillo Nijo, el Santuario Heian y el atardecer en el templo Kiyomizu. Vale la pena ir del penúltimo al último andando puesto que están en el barrio de Gion, pasas por distintos templos de camino y tienes la oportunidad de encontrarte alguna Geisha o alguna Mayko (Geishas más jóvenes) paseando con sus amigas.
Antes de coger el tren bala de vuelta Tokyo, en la misma estación de Kyoto hay un restaurante estrella Michelin en la planta 11 con buenas vistas a la ciudad. En la misma planta también tienes otras opciones de restauración más económicas. Nosotros te recomendamos que pases un rato disfrutando de las vistas y de la exquisita comida japonesa.